Reunidos en el Centro Verde de Barracas del MTE, los trabajadores cartoneros representantes de organizaciones y cooperativas de distintos puntos del país elevamos a las autoridades nacionales, provinciales, municipales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y al Pueblo en general la siguientes reflexiones sobre nuestro oficio:

1.- Nuestro oficio surgió de la lucha contra la exclusión

Cada familia que salió a cartonear, en la calle o en un basural, lo hizo siempre por necesidad, por falta de oportunidades, porque nos excluyeron del mercado formal de trabajo. Ya para finales de la década de 1990 éramos miles. Sin embargo, durante los peores años de la crisis, pasamos a ser una legión de cientos de miles en las calles de todo el país, revolviendo la basura para llenar ese bolsón que significaba el plato diario de guiso para la familia.

Los cortes de puentes, calles, autopistas, los bloqueos en los basurales, los piquetes en ferrocarriles y rutas, las movilizaciones contra las comisarías coimeras, las ONGs que quieren dejarnos en la calle y los Gobiernos que nos perseguían, nos permitieron desarrollar formas de organización y ganarnos peleando el derecho elemental a trabajar.

Tenemos nuestros héroes y mártires. Decenas de pibes muertos en los basurales clandestinos, compañeros que se cayeron del Tren Blanco o de los camiones destartalados y carreros atropellados. Presos por luchar por mejores condiciones laborales, y muchos más por la lucha cotidiana por el pan, detenidos en el proceso de trabajo por la policía siempre rápida para la coima y la represión de los más humildes. Compañeras que perdieron bebes por trabajar embarazadas, compañeros, padres, hijos, hermanos, parejas, que murieron a edad prematura de tanto chupar frío y miseria. Ellos nos dan fuerza para seguir peleando.

2.- Sin cartoneros no hay Basura Cero

Cada día, los cartoneros de todo el país recuperamos más de 1.600 toneladas de residuos sólidos urbanos, aproximadamente un 10% del total de los desechos que produce nuestra economía. Ninguna empresa, ningún municipio, ninguna ONG ambientalista se acerca a esa cifra. Cada tonelada recuperada representa 3 metros cúbicos de territorio patrio libre de contaminación; Cada tonelada representa 4 árboles que no se talan; cada tonelada representa un aporte de materia prima a la industria que de otro modo se importaría de otros países.

Al crecimiento económico le corresponde un crecimiento en la generación de residuos. La curva en el caso de Argentina comenzó a elevarse velozmente en el 2003 y a paso moderado desde el 2008, pero todavía sigue creciendo. Ha sido y es la participación activa de cartoneros los que han permitido que la crisis de la basura que sacude a todas las principales ciudades del país no haya terminado colapsando los lugares de disposición final. Ese trabajo silencioso, sin derechos, mal pagado, en muchos casos con los hijos a cuestas, ha demorado la catástrofe ambiental que hoy todos pronostican.

Sin embargo, la llamada «Estrategia Nacional Para la Gestión Integral de Residuos» (ENGIRSU)  apenas nos contempla. Fue impuesta por el Banco Mundial con el objetivo de vender la tecnología para la construcción, equipamiento, operación y mantenimiento de rellenos sanitarios. Todo lo demás, es decir los objetivos ambientales y sociales, solo oficiaban de decorado. Algo similar pasa con las regulaciones de «Basura Cero» sancionadas en algunas provincias.

En efecto, la palabra «reciclado» sólo se usaba para hacer marketing, para darle un nombre bonito al enterramiento de basura en rellenos sanitarios. Fueron los trabajadores cartoneros, desprovistos de todo derecho, despreciados por los supuestos ambientalistas, los que revirtieron la idea de un «reciclado de marketing» por una Gestión Popular de los Residuos Reciclables. Fue en la lucha callejera, en los cortes de puentes, rutas y vías, en los enfrentamientos con vecinos que nos rechazaban, contra las ONG que nos perseguía y la represión estatal y policial, donde se gestaron los gérmenes de una nueva perspectiva para el tratamiento adecuado de los residuos sólidos urbanos.

Así, desde el subsuelo de la Patria, con las plantas sociales arrancadas al CEAMSE por los trabajadores del relleno sanitario de José León Suárez, las becas obtenidas de la Municipalidad Córdoba, las conquistas de los carreros en todo Santa Fe , asegurado por los trabajadores y no por las ONG que quieren apropiárselos, los galpones y centros verdes obtenidos en Paraná, Bariloche, y una decena de ciudades a los largo y ancho del país hasta la experiencia de gestión mixta estatal-cooperativa en la Ciudad de Buenos Aires, los trabajadores vienen marcando un camino, desarrollando un Sistema Popular de Gestión de los Residuos, que el Estado nacional y los estados provinciales y municipales deben recoger. Llegó la hora de que nos pongamos de pie, que el Estado los reconozca como tales y que se avance en una política nacional con la inclusión laboral y social de todos. Esto debe hacerse con los dirigentes a la cabeza o sobre la cabeza de los dirigentes. Miles de trabajadores así lo necesitan, nuestro ambiente lo reclama a gritos desesperados.

3.- Somos trabajadores de la Economía Popular, somos parte de la Clase Trabajadora y peleamos para recuperar nuestros derechos

La crisis del 2001 obligó a miles de trabajadores a refugiarse en formas de organización popular del trabajo para sostener algún tipo de ingreso. Las cooperativas de trabajo no surgieron por elección de lo trabajadores, sino por necesidad. Fue la forma que encontramos para mejorar nuestras condiciones de vida cuando el mercado formal de trabajo nos cerró definitivamente la puerta.

Estar en una cooperativa no nos hace olvidar que somos parte de la clase trabajadora. Por eso peleamos por la restitución de los derechos que como tales nos corresponden: derecho al salario; derecho a la seguridad social (asignaciones familiares, obra social, jubilación, vacaciones, licencias por enfermedad o maternidad, ART, aguinaldo), derecho a contar con uniforme y elementos de seguridad e higiene para el trabajo, guarderías para nuestros chicos.

En el contexto de un país que rechaza el trabajo en negro y la informalidad, no debe admitirse que un sector de trabajadores esté privado de los derechos laborales mínimos que marca la ley. Las cooperativas de cartoneros y/o carreros; los trabajadores de los basurales, las plantas sociales del CEAMSE no pueden autoproveerse de estos derechos. Los ingresos apenas cubren lo necesario para parar la olla cotidiana de la familia. Es aquí donde el Estado aparece como árbitro ante la injusticia manifiesta y decide afectar recursos para compensar estas desigualdades. De no ser así, todas las manifestaciones de reconocimiento de la dignidad del trabajador cartonero serían politiquería barata.

Por otro lado, nuestro trabajo nunca pueda plantearse como una sustitución del trabajo formal registrado. Eso sería utilizar las cooperativas como herramientas de flexibilización laboral «progre». Los trabajadores de la Rama Recolección, los trabajadores del CEAMSE, los trabajadores de las Recorteras y Fábricas Papeleras son nuestros hermanos y nunca nuestros enemigos.

Hay lugar para todos. Nuestro oficio está especializado en la recuperación de residuos sólidos secos o inorgánicos que sólo admiten dos formas de gestión: la estatal, la cooperativa o una combinación de ambas. Los residuos reciclables son de los cartoneros. Nos lo ganamos peleando y es un derecho adquirido. Nunca vamos a permitir que privaticen la basura. Por eso, hay que distinguir claramente el servicio de recolección y limpieza (residuos húmedos o inorgánicos) del servicio de recuperación de residuos reciclables (residuos secos u orgánicos).

Para reciclar no sobran trabajadores, sino por el contrario, faltan: chóferes, clarkistas, operadores de máquinas, promotores ambientales, recuperadores urbanos, etc. Solo se trata de direccionar recursos hacia una planificación social del tratamiento de los RSU. Cualquier implementación de tecnología debe estar subordinada a esta matriz. Para lo cual se deben respetar los criterios que se orienten a preservar los puestos de trabajo prexistentes ya sean formales o informales respetando la representación de los trabajadores de cada sector. Esta claro entonces, que no puede ni debe existir enfrentamiento entre trabajadores y/o organizaciones gremiales de los mismos.

4.- Las corporaciones se abalanzan sobre los recursos que constituyen patrimonio inalienable del Pueblo, nos explotan y contaminan. Es hora de dar vuelta la torta.

La propiedad de la basura  no es de las grandes empresas, ni corporaciones sino que representa un recurso estratégico que hoy está en manos de los más humildes.  Ya la dictadura militar de 1976 intento privatizar este recurso prohibiendo su recolección por fuera de los circuitos empresariales llegando al extremo de considerarlo delito.

En la actualidad numerosas empresas y ONGs intentan despojarnos del acceso a este recurso. Por lo que surge la necesidad de adquirir un marco legal que nos defina como propietarios colectivos de los materiales que recolectamos. Para ello es necesario que los estados provinciales y municipales nos reconozcan como parte del Servicio Público de recolección de materiales reciclables. Este reconocimiento no puede ser meramente formal, sino que además requiere de compromiso presupuestario, que nos permita desarrollar la actividad en condiciones de igualdad  con las empresas contratistas.

Al problema presupuestario que plantean muchos municipios y gobernaciones provinciales, se contrapone la falta de responsabilidad de las grandes empresas por el destino de los productos que pone en el mercado. En este sentido debemos exigir a las  grandes empresas como Coca Cola, Pepsico Tetra pack etc, aportar a un Fondo de Inclusión Socio Ambiental  por cada envase, botella, cajón, caja, paquete, etc que se introduce en el mercado, de esta forma se generarían los recursos suficientes para poner en marcha programas de gestión social de residuos. Es por eso que debemos pelear por una ley de envases que obligue a las empresas a aportar por su producción y posterior procesamiento.

5.- Nosotros Sabemos Hacerlo: por un Plan Nacional de Reciclado Popular

Podemos crear 500.000 puestos de trabajo digno. Podemos sacar a miles de pibes de la calle. Podemos recuperar millones de toneladas de residuos. Podemos contribuir al cuidado del ambiente. Nosotros sabemos hacerlo, sólo falta que nos escuchen….

Por lo expuesto, solicitamos a las autoridades:

* Replantear  la Estrategia Nacional de Gestiòn Integral de Residuos Sólidos Urbanos, incorporando formalmente en los programas provinciales y  municipales el trabajo de recuperación de materiales que realizan  cartoneros, carreros, trabajadores de vertederos, trabajadores de  plantas sociales y cooperativas, como parte del enorme engranaje que     conforma la gestión integral de RSU.

* Implementar  el Programa Nacional Argentina Recicla para garantizar un piso de derechos elementales para todos los trabajadores cartoneros,  incluyendo:

 * Complemento de Ingresos (incentivos) para todos los que todos podamos llegar a un salario digno.

 *  Monotributo social garantizado para todos los cartoneros y recicladores para de esta manera acceder a una obra social y aportes jubilatorios.

* Elementos de higiene y seguridad laboral

 * Logística adecuada.

* Sistema de Comercialización con Precio Regulado por el Estado

* Sancionar  una ley nacional de envases y un tributo especial sobre las industrias que se beneficia del reciclado informal, creando el Fondo de Inclusión Socioambiental para financiar el Programa.

* Integrar a los cartoneros a las campañas de reciclado en origen y exigir mediante a las empresas, comercios y vecinos la obligatoriedad de la separación de residuos para que nuestro trabajo sea aún más digno y nuestra salud no esté expuesta.


Sin Cartoneros no hay Basura Cero
Trabajo con Derechos por una Sociedad sin Esclavos ni Excluidos
Si Tocan a uno nos Tocan a todos